Tito Rolin Bus del Hueso
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La Pedriza, 20 de diciembre de 2008

Relato: Jesús Zunzunegui
Escaladores: Manolo, Jesús y Bienve


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No se si lo he comentado alguna vez, pero mis compañeros de escalada, que tan amablemente me han acogido, están empeñados en que conozca por la vía rápida (y valga la redundancia) todas las vías clásicas de La Pedriza.

Como si de alguna forma quisieran que recuperara el tiempo perdido, que invertí alocadamente en mi juventud bebiendo kalimotxo…menos mal que desde un principio me aseguraron que se escalaba con los pies, no con las manos, ni afortunadamente con el hígado.

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Para cumplir con este honroso empeño y después de haber visitado El Pájaro y El Yelmo hoy toca ir a El Hueso, probablemente uno de los bloques más bonitos de La Pedriza.

Este risco es característico por la enorme laja de piedra separada de la propia pared y en la que está la Fulgencio, vía abierta en 1972 por Fulgencio Casado y que tiene en su inicio una chimenea fatigosa y expuesta (M2), de las que dice Bienve que no te puedes caer.

Como ni Manolo ni Bienve se encuentran con ganas de intentar la Fulgencio, nos decidimos por la Tito, otra gran clásica de este risco y de La Pedriza, abierta en 1976 por Ernesto de la Fuente “Tito”, Luis Rodríguez “Rolando” y José Antonio Busián “Bus”.

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Para llegar hasta aquí (N 40º 46.142’ W003º52,355’) aparcaremos en Canto Cochino, para coger la “autopista” hasta llegar al Prado Peluca a los pies del Refugio Giner.

Saliendo de la pradera tomamos el camino de la izquierda para seguir hasta El Tolmo, un gran bloque solitario en el que mucha gente practica artificial, y unos 400 metros más adelante, cogemos la senda que cruza el arroyo y subimos por el bosquecillo en dirección a las buitreras. Cuando llegamos a su altura nos iremos a la derecha siguiendo los hitos que nos llevan directamente a los pies de El Hueso.

No os perdáis la espectacular panorámica de los riscos del Pájaro y del Hueso en las cercanías de El Tolmo. Si alguna vez os preguntasteis por qué les pusieron esos nombres, estoy convencido de que lo averiguaréis enseguida.

Aunque el día es soleado, todavía queda gran parte de la nieve caída una semana atrás y en muchos momentos la pisamos por primera vez cuando vamos avanzando por el camino.

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En una hora exacta llegamos a la base del risco, media hora menos de lo que pone en las guías como tiempo estimado, aunque eso si, a ritmo infernal como suelo decir yo, encabezado unas veces por Manolo y otras por Bienve. Yo no doy ni un relevo, como Richard Virenque en sus buenos tiempos, a ganar el maillot de la montaña chupando rueda, que algo se aprende sentado en el sillón viendo el Tour de Francia.

Allí mismo mis dos compañeros se reafirman en no hacer la Fulgencio con la peregrina excusa de que si te caes de la chimenea te haces pupa y de que hay que estar mucho más en forma para intentarlo. Digo yo que en una chimenea tan estrecha, por la que hay que subir reptando como si fueras una culebra, si te caes seguro que te quedas petado en algún lado ¿no? Pero ni se me ocurre comentarlo por si me toca poner a prueba la teoría.

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Por lo visto Bienve se marcó el primer largo la última vez, asi que le toca a Manolo intentar la fisura inicial (V), donde lo más complicado está al principio (al menos si no de técnica, si físicamente) y en la que hay que asegurar con fisureros o friends por carecer por completo de ningún parabolt hasta el paso complicado de 6c / A0. En este punto es donde Manolo aprendió algo que seguro que no se le vuelve a olvidar para los próximos intentos en esta vía, eso si, después de 10 minutos pegándose con este paso y de tocarse la espinilla en uno de los intentos: hay que utilizar la chapa de la derecha para colgarse de una cinta y agarrar con la mano izquierda una especie de buzón que está por encima de la cabeza. Una vez hecho esto y superando el techo, el largo está concluido. Lo que sinceramente no se es cómo sale el 6c, porque no descubrimos cómo podría intentarse sin hacer trampas.

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Tanto Bienve como yo alcanzamos la reunión sin problemas después de ver a Manolo pegándose en el artificial. La única reunión cómoda de toda la vía, todavía me duelen los talones de estar colgado de mala manera en el resto.

El segundo largo (V+) se lo da Bienve, saliendo por la izquierda de la reunión hasta alcanzar el espolón. Los primeros pasos son nuevamente donde está la mayor dificultad de este largo, en el que las chapas alejan haciendo que ir de primero “acongoje” un poco más si cabe.

Cuando Bienve está chapando uno de los últimos seguros, le falla un apoyo y está a punto de caer unos 8 metros, nada menos que 26 pedazo de pies como los de mi cuñado Alec uno detrás de otro todos juntitos, o unas pocas más de trancas de mi admirado Rocco Siffredi, al que estoy empeñado en citar en todos mis relatos.

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Sorprendentemente, no se me da del todo mal el largo y lo concluyo después de Bienve sin problemas, aunque lo de la cuerda por delante reconozco que ayuda.

Para no cambiar cuerdas, el tercer largo repite Bienve después de intentar convencerme de que lo haga yo. Para escaparme repetí el mismo truco que vengo empleando hasta ahora, que es no hacer de primero en una vía que no haya escalado antes. Con un poco de suerte para cuando termine las 1.200 vías de La Pedriza habré cogido suficiente callo para hacerlo de manera más o menos honrosa.

Escoge el lado de la izquierda de la reunión por un sitio en el que, coincidimos Manolo y yo, es mucho más difícil que por la derecha, en el que poniendo los pies en unos desconchones, se supera la parte más difícil del largo (V+). Aquí en las guías y croquis que he consultado dice que hay que irse a la derecha en travesía (o con un péndulo) para alcanzar unas setas y después la reunión. Bienve se inventa su propia variante para ir a la grieta de la izquierda, también en travesía, hasta la reunión equipada que no se si es de esta vía o no.

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Para el cuarto largo (6b) engañamos a Manolo, que nada más salir se queja de que la pared se desmigaja cuando sube, y tengo que reconocer que era verdad. Asegurándose hasta en un viejo buril, logra pasar no sin hacer algún “acero”, porque los primeros pasos del 6b son realmente exigentes, yo por lo menos resbalé unas cuantas veces y gracias a que iba colgado como un chorizo pude superarlo finalmente.

En la reunión todos coincidimos en que no seríamos capaces de hacer ni un largo más.

Menos mal que el último que nos queda es un sencillo III que hacemos andando sin asegurar. Para bajar hacemos un par de rápeles por la Gálvez o la Lucas, el segundo de ellos un impresionante volado de unos 15 metros que nos lleva directamente a la base del risco.

Terminamos de esta forma una impresionante escalada, en un día espléndido y que hace la número 20 de mi particular logbook desde que el 20 de Septiembre me inicié en este emocionante deporte.


Reportaje fotográfico

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Otras referencias

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